Bajo el resplandor de sus aguas turquesas, Cancún esconde una pesadilla donde los sueños se apagan y la libertad se arrebata. Allison, una joven colombiana, rompe el silencio y revela la cruda realidad de la trata de personas, un negocio que convierte vidas en mercancía.

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La pesadilla de Allison comenzó con una falsa promesa. “Milena”, una supuesta amiga, le ofreció un trabajo en un restaurante. Con la esperanza de un futuro mejor, aceptó la oferta. Pero al llegar a Cancún, la esperaba “La Foca”, un siniestro traficante que la sumergió en un mundo de esclavitud y abuso.
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Sin pasaporte y con una deuda impuesta de 170,000 pesos, Allison fue encerrada junto a otras víctimas. Controladas, violentadas y obligadas a prostituirse, vivían bajo amenazas constantes. La deuda era un lazo que jamás se rompía, aumentando con castigos inhumanos, como una multa por menstruar.
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Una redada policial puso fin a su cautiverio, pero no a su tormento. Junto a otras 35 mujeres, Allison fue deportada a Colombia, marcada por cicatrices físicas y emocionales. “Ese día comenzó la difícil tarea de enfrentar lo que me había pasado”, confiesa.
La trata de personas sigue acechando la ciudad, mientras la violencia y la impunidad alimentan el terror. Mujeres desaparecen, cuerpos aparecen, y los responsables siguen libres.
¿Hasta cuándo permitiremos que Cancún sea un refugio para criminales y una trampa mortal para sus víctimas?